¿Anuncios de bomba? El miedo como herramienta represiva de la prensa patronal

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Por: Alvaro Rojas, militante del Partido de Trabajadores Revolucionario y parte de Trinchera comunicacional. 

En una semana que siempre se ha caracterizado como álgida, por el significado que tiene el 11 de Septiembre, una fecha importante para la clase trabajadora, todos los años vemos como la prensa empresarial inicia una campaña del terror que criminaliza y junta dentro de una bolsa de gatos todas las acciones que ocurren, mezclándolas con el ascenso de la lucha de clases y asimilándolas como un fenómeno único.

Hemos visto como algunos medios reproducen e incentivan la criminalización a la izquierda y a quienes se vienen movilizando cuestionando el régimen político heredado de la dictadura. Un titular llamativo, apelante al sensacionalismo capta si o si audiencia y logra como sociedad hacernos ver que estamos presuntamente frente a una gran amenaza, que se viene el caos, la destrucción, el lumpen, el saqueo y cuanto más apelativo y sinónimo de esa visión violenta salga en el medio, mejor. Ejemplo claro la temática  que han venido mostrando  CHV , canal 13 y medios escritos como la segunda.

Este año ese fenómeno brevemente descrito pasó de etapa. Tuvo un ascenso, inesperado para muchos incautos creyentes en este nuevo gobierno, que con la Nueva Mayoría desaparecería la represión como política de estado, muy aplicada en la administración anterior. Aunque esto se vino gestando varias semanas antes con la bomba puesta en el vagón de la Linea 1 en la estación Los Dominicos, el climax se alcanzó este lunes 8 con la bomba puesta en el centro comercial del metro Escuela Militar. Claro. Ya no era simplemente el bombazo anarquista clásico que buscaba la destrucción de un banco en la oscuridad de la noche o el cajero automático saturado con gas para robar el dinero. Ahora fueron afectadas personas comunes, trabajadores. Se alteró la vida normal, y como era de esperarse, los medios empresariales se frotaron las manos y exacerbaron este patrón ya descrito.

Pero hay otros más grandes beneficiados con esta política, y no son los editores de estos medios de comunicación. No. Hay un segmento peor, y es el ala política que ampara a la patronal: Si, tal como lo intuyeron, la derecha dura, que logró imponer su política, ya en ascenso con la movilización de los apoderados de los colegios subvencionados… y que ni siquiera requirió de una innovación en sus tácticas… lograron a través de este aparataje mediático imponer el miedo en la población, el que las personas comunes sintieran miedo de salir a la calle por la posibilidad de otra bomba en el lugar más inesperado… y exacto, si, eso faltaba.

El adquirir tribuna para exigir mano dura contra los presuntos «terroristas». Y ante esta jugada mediática, pudimos ver de inmediato a un vocero Elizalde diciendo a los cuatro vientos mano dura contra los responsables de estos actos, y a un hasta ahora casi pasivo Ministro del Interior dando un gran giro a derecha, presentando una propuesta refundacional de la ANI, organismo represor de inteligencia heredado de los mismos que hubieron en la dictadura, asi como también «la oficina» de la transición. Y volverán así los infiltrados, los espionajes, y poco a poco la máquina represiva y criminalizadora volverá con mucha fuerza contra quienes se movilizan: estudiantes, pueblo mapuche, trabajadores, entre otros  existentes en el país. Como garante de esta política por ejemplo pudimos ver el tendencioso reportaje de canal 13 que vinculó estas acciones ya vistas con la lucha de clases ya manifestada.

Y es en este clima de miedo, en el que justo ahora ya prácticamente todos los dias se da como mínimo, un aviso de bomba en cualquier lugar público de Chile. Un simple bolso con ropa olvidado es una tremenda amenaza. Gran jugada para ver en los órganos represivos de este gobierno patronal alguien en quien «confiar» por nuestra «seguridad», y así aparecen las fuerzas especiales, los comandos de los carabineros y todo el aparataje necesario para darse cuenta que todo es una farsa. Claro, no explotó otra bomba, no hay más heridos pero el objetivo principal está cumplido: La política de la histeria colectiva se cumple, y justifica la criminalización de la lucha de clases en todos sus aspectos.

El día viernes un aviso de bomba interrumpió la rutina de la facultad de humanidades de la Universidad de Valparaíso.

Rápidamente se montó un dispositivo  inmenso de seguridad, y las fuerzas policiales entraron al edificio. Pese al aparataje, no anduvieron en afán de buscar un presunto artefacto explosivo. Simplemente observaron, dieron vueltas y se fueron.

Lógicamente esto no despierta confianza alguna ni en la comunidad de estudiantes, ni menos en los que hemos sido testigos de todas las formas de represión policial que se han visto en el último tiempo… ¿Podrá ser esto un pretexto para aumentar el nivel de represión? ¿La excusa para legitimar la persecución y criminalización de la organización social? Son interrogantes que a nosotros particularmente nos preocupan, y que a través de esta sencilla nota planteamos en base a lo que se vivió ese día en Valparaíso.

Ya se acabó la semana conmemorativa del 11 de Septiembre, ya se alzó la voz por todas las atrocidades vividas desde esa fecha y por más de 17 años… Pero ahora es distinto. La efervescencia aun la percibimos. Ya no es un simple fenómeno sociológico que cada cierto tiempo es tema de análisis por los entendidos en la materia. Es el inicio de una nueva oleada de la política represiva patronal, un giro a derecha del gobierno, y un negocio redondo para los empresarios. La cosa pinta clara, pero no bonita y eso no basta con asumirlo, sino que también con denunciarlo con la fuerza que solo una lucha de clases con centralidad obrera  puede otorgarnos para que esta jugada sucia, no pueda ejercer su rol de contención.

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